El Refinish Competence Center de BASF está ubicado en Marchamalo (Guadalajara), sede de la división Coatings en España desde 1982. Su principal objetivo es formar técnicos de talleres de reparación, distribuidores y grandes marcas del automóvil. Junto a Rocío Maldonado González, Technical Manager Iberia de BASF, y Berta Moya, responsable de comunicación de Glasurit para Iberia, visitamos el centro, desde las aulas de formación hasta el laboratorio de color, el “corazón” del negocio de BASF.
Siempre está bien conocer qué hay detrás de una empresa, marca, producto o servicio. Si bien esta tarea, cuando se trata de una compañía de la talla de BASF, no siempre resulta sencilla. Porque la multinacional (que, por cierto, opera en España desde hace más de medio siglo) trabaja en la friolera de hasta seis segmentos diferentes: química, materiales, soluciones industriales, tecnologías de superficies, nutrición/cuidado, y soluciones agrícolas.
En lo que respecta a automoción, el sector que nos ocupa, la actividad de BASF se bifurca en lo relativo a fabricación de vehículos y primer equipo (desarrollo, producción y comercialización de productos en el área de recubrimientos para el automóvil OEM), y posventa, área que resulta de lo más interesante para el mercado IAM.
Y no solo resulta interesante por su carácter de fabricante de pinturas y recubrimientos (con marcas como Glasurit), también por su carácter de agente formador. Y es que, gracias a su Refinish Competence Center, BASF se convierte en un actor relevante en la creación de un futuro mejor para el aftermarket, de cara a conseguir un porvenir con más profesionales y más formados que, sin duda, garantizarán un servicio de calidad en los talleres del mañana.
Tanto es así que por las instalaciones del centro pasan cerca de 2.000 personas cada año. Eso sin contar también la presencia permanente de un estudiante de formación dual residente, que se forma junto a los técnicos del centro durante todo el año. Durante este curso les acompaña Gabriela Rabadán López, estudiante de 19 años muy comprometida. Según cuenta la pintora en prácticas, inicialmente quería ser mecánica, pero al final acabó desarrollando pasión por el oficio de pintora. Aunque la vida es impredecible, ella desde luego tenía claro por dónde iban a ir los derroteros: “Desde el principio yo sabía que lo mío era la automoción. Mis padres, que son unos apasionados de las motos, tuvieron mucho que ver”, asegura.
El Refinish Competence Center de BASF está ubicado en el complejo de la fábrica de la compañía en Marchamalo (Guadalajara), sede de la división Coatings en España desde 1982. Se trata de un centro dedicado a formar técnicos de talleres de reparación, distribuidores y grandes marcas del automóvil, todos ellos clientes de la compañía en España y Portugal. El centro, asimismo, sirve para formar a los propios empleados de BASF.
La instalación fue construida en 1983, si bien recientemente fue reformada con una inversión cercana a los 2,5 millones de euros. Y, aunque desde sus orígenes este centro ha cumplido su misión: el adiestramiento en complejas técnicas de color de repintado de vehículos, en los últimos tiempos se ha enfocado también en la sostenibilidad, para lo que ha instalado equipos con la mayor eficiencia energética y con el grado óptimo de reducción de emisiones. Filosofía que, además, la multinacional también aplica a sus productos, porque produce químicos, pero sostenibles. Y es que tal y como BASF nos ha confesado, es la única que cuenta con una línea de esmaltes en el sector del Repintado que emite un 40% menos de VOC de lo que permite la directiva europea.
Como se adelantaba, el centro fue reformado recientemente con una inversión cercana a los 2,5 millones de euros. Esta cuestión no es baladí en absoluto, pues significa que el equipo de BASF pudo decidir la distribución, pensando en conseguir una potente herramienta a la carta para formar a los profesionales, tanto de forma práctica como teórica, de la mejor manera posible. Nos lo contaron Rocío Maldonado González, Technical Manager Iberia de BASF, y Berta Moya, responsable de comunicación de Glasurit para Iberia.
Así, el centro ahora cuenta con un taller completo, equipado con la última tecnología de chapa y pintura, que permite a los alumnos practicar y experimentar sin miedo a equivocarse. En el taller, por supuesto, se puede enmascarar, lijar y valorar los daños. Simular, en definitiva, el día a día del taller. Esto lo hacen posible carrocerías conseguidas en colaboración con los centros de producción, que se reparan y preparan para que los estudiantes pueden practicar.
Las instalaciones también cuentan con dos aulas para la formación teórica, amuebladas con mobiliario portátil (hasta las mesas tienen ruedas), paredes removibles y la tecnología necesaria para que los profesionales en formación aprendan de la manera más sencilla y cómoda.
De este modo, las aulas pueden hacerse más grandes o más pequeñas, según necesidad, y las instalaciones sirven también para la celebración de presentaciones de productos y eventos. Algo que resulta crucial de cara a la actividad de BASF: además de impartir formaciones, la compañía celebra competiciones anuales con el fin de fomentar la excelencia en la formación. Un buen ejemplo es que el centro hace la labor de sede de las olimpiadas Castilla-La Mancha Skills.
“Al haber podido cambiar la distribución interna, conseguimos un aforo de hasta 80/100 personas. Unimos las aulas y replegamos la pared y el centro se queda diáfano, como un salón de actos. Así, cuando tenemos eventos nos permite aunar lo que somos con nuestro core. Es decir, formar a la gente y que, mientras, vea en primera persona qué se hace”, comenta Rocío Maldonado González, Technical Manager Iberia de BASF.
En cuanto al resto de espacios, el centro alberga un laboratorio de color, un área administrativa que permite a los formadores preparar sus clases y trámites (como la expedición de diplomas que acreditan la formación de los alumnos) y, finalmente, vestuarios para que tanto los tutores como los estudiantes puedan cambiarse antes de acceder a la zona de trabajo.
Como dato curioso, cabe destacar que el vestuario femenino antes era notablemente menor que el masculino, pero con la reforma aprovecharon para hacerlos similares en cuanto a dimensiones. “Siguen pasando más hombres por el Centro de Formación, pero cada vez hay más mujeres en este sector” explica Berta Moya. "Cabe destacar que desde BASF hay un enfoque muy claro por la diversidad e integración, por lo que todas sus instalaciones están preparadas y cuentan con los recursos necesarios para recibir a aquellos clientes que puedan tener necesidades especiales", concluye Rocío Maldonado.
La formación en el centro está dirigida por Sergio de Pedro García, National Head Trainer Region Iberia, y Eduardo Paniego Castro, National Head Trainer Region Iberia. Ambos, además de ser expertos formadores en turismos, cuentan con especialidad tanto en coches clásicos como en Vehículo Comercial. Los dos se encargan de impartir las formaciones y de guiar a Gabriela Rabadán López, la estudiante de FP dual residente del centro o Technical Support Trainee.
Y, aunque los dos se complementan (ambos pueden impartir cualquier formación en caso necesario), sus especialidades son bien diferentes. “Solo por dimensiones, pintar un coche y un camión es totalmente distinto. Los colores, las temperaturas, los tiempos de evaporación”, asegura Eduardo Paniego Castro.
El laboratorio de color es uno de los espacios más interesantes del Refinish Competence Center. En él se encuentran los ingredientes, recetario y equipo de Glasurit (máquina de mezclas, productos alternativos para preparar las mezclas, ordenador con la licencia del software de BASF, balanza y espectofotómetro); es decir, aquello con lo que los distribuidores equipan a los talleres cuando trabajan con Glasurit.
“Nosotros no damos los talleres fabricados y terminados. Cada taller lo que tiene son todos los ingredientes y nosotros le damos un recetario. Con ese recetario y con esos ingredientes, el taller es capaz de hacer cualquier color que les llega. Es diferente al sector de pintar un coche en origen, pues, en ese caso. el fabricante recibe la pintura directamente hecha. Por eso, el pintor tiene una gran responsabilidad”, explica Rocío Maldonado.
Sin embargo, lo primero que llama la atención del laboratorio es el cambio de nivel en el suelo, convenientemente señalizado. Este indica que es una zona diferente porque contiene pintura. Un sector de fuego diferente que cuenta con una tabiquería y puertas especiales que retienen el fuego durante 120 minutos. Y lo cierto es que BASF no da puntada sin hilo en relación a seguridad, pues en la entrada del complejo lo primero que se le proporciona al visitante es un plano del recinto con las salidas de emergencia. Y no únicamente: la compañía dispone también con un protocolo que llama ‘Responsible care’ (cuidado responsable), que incluye auditores propios. “Tenemos auditores propios que vienen por sorpresa y son mucho más exigentes que los de fuera. Las medidas internas de BASF son muy restrictivas”, cuenta Maldonado González.
Volviendo al laboratorio de color, se trata del corazón del centro: “El laboratorio de color es el corazón de nuestro negocio. Nosotros vendemos pintura porque a la gente le gusta comprarse coches con colores específicos. Y el vendedor del coche sabe que el color es uno de los factores que atraen a la venta. Por eso, los diseñadores de colores se vuelven locos buscando nuevos colores, nuevos efectos de color, nuevos diseños, nuevas micas, perlas… Sean sintéticas o cogidas de la naturaleza que atraigan a la mente”, detalla la Technical Manager Iberia de BASF.
En el laboratorio de color se trabaja para hablar del color de una manera mucho más cartesiana. BASF a lo que enseña es a parametrizar el color: “Tenemos que poner un largo, un ancho y un alto al color, de alguna manera, para ofrecer hechos en vez de percepciones. Lo que hacemos aquí es explicarle eso a los pintores”, señala Maldonado González.
Y, para ello. en el Refinish Competence Center se valen de máquinas como las llamadas “campanas de color”. Se trata de una mesa de aluminio equipada con luces diferentes (cálidas, neutras y frías), que permite comprender a todo aquel que está delante cómo afecta la luz a los colores con tan sólo un golpe de vista. Desde la famosa “luz del carnicero” hasta las luces típicas de las farolas que iluminan las pequeñas poblaciones al caer el sol. Una máquina ingeniosa que, sin duda, cumple con su objetivo: aprender a entender y jugar con el color. Lo que es, en última instancia, el objetivo final para todos las personas que pisan el centro.
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