Ahora que todo el mundo habla de sostenibilidad y de la orientación de las empresas de la posventa de automoción a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) consagrados en la Agenda 2030, conviene no olvidarse de la sostenibilidad económica de las propias empresas. Desde la Asociación Española de Posventa para Vehículo Industrial (AERVI), estamos comprometidos con el cumplimiento de los objetivos de descarbonización planteados por la Unión Europea y los ODS de Naciones Unidas, que dan cumplida respuesta a la necesidad de legar a nuestros hijos y nietos un planeta que les permita también a ellos, como a nosotros, satisfacer las necesidades de su momento sin comprometer las de las futuras generaciones. Pero pensamos, también, que tales propósitos deben tener en cuenta la propia sostenibilidad de las empresas de hoy, que son las que, en última instancia, satisfacen las necesidades actuales de sus promotores, clientes y colaboradores, sean estos empleados o proveedores.
Quiere la casualidad que escriba estas líneas mientras los ministros europeos de Competitividad (de Industria, en nuestro caso) deciden si dan por buena o no la “ambiciosa” propuesta de la Comisión Europea para aprobar una nueva normativa de emisiones Euro 7 para el transporte pesado o deciden retrasar su entrada en vigor de 2025 a 2027. Parece que, finalmente, se ha impuesto el sentido de la realidad y que la nueva regulación no sólo se retrasará, si no que se rebajarán los objetivos de reducción de emisiones previstos. Planteamientos como los de Polonia, que pedía una transición gradual hacia la electromovilidad del transporte de mercancías y pasajeros por carretera, o de Francia y Alemania, que reivindicaban la neutralidad tecnológica a la hora de llegar a la descarbonización, en su caso mediante el uso de combustibles sintéticos, se han abierto camino. Y estoy convencido de que esta nueva sensibilidad de los gobiernos europeos, al dar más tiempo a que el sector se pueda ir adaptando y el dejar abierta la puerta a la neutralidad tecnológica, incluyendo la combustión de carburantes sintéticos que garanticen una huella de carbono cero, va a aliviar y atemperar el pulso cardiaco de todos esos talleres, fabricantes y distribuidores de recambio, comprometidos con un planeta más sostenible, pero cuya actividad, hoy por hoy, depende fundamentalmente de camiones y autobuses diésel.
Difícilmente podemos ganar el futuro si no tenemos presente. La descarbonización es sólo uno de los problemas. Las empresas que mantienen y reparan vehículos industriales, que fabrican o distribuyen recambios para camiones y autobuses, han experimentado un significativo incremento del valor de sus ventas este 2023, probablemente aupadas por la inflación. Esa es la buena noticia. Sin embargo, muchas de ellas no consiguen obtener una adecuada rentabilidad, un beneficio acorde a la actividad desplegada y que les permita realizar las imprescindibles inversiones para seguir consolidando su posicionamiento en el mercado, las ventajas competitivas que les hacen ser elegidas por su cliente de hoy, y orientarse al horizonte de la nueva movilidad sostenible y crecientemente descarbonizada del mañana. Los números, en muchos casos, no salen. No dan para enfrentar todas esas inversiones necesarias en información, conocimiento, talento, digitalización y maquinaria para mantener y reparar los camiones y autobuses que se avecinan rebosantes de tecnologías de conectividad, automatización y electromovilidad.
Si al problema de la rentabilidad, que quien más quien menos está sorteando mediante mejoras constantes en la gestión empresarial, en la eficiencia de sus procesos, le sumamos la presión que todas esas tendencias de futuro, cambios en realidad del contexto de mercado con un previsible impacto en el modelo de negocio de muchas empresas de la posventa del V.I. de hoy, resulta que los talleres y recambistas tienen motivos para estar alerta. Y nosotros, desde AERVI, con ellos. Pendientes siempre no sólo de los cambios normativos de futuro, como los de la Euro 7, sino de otros ya resueltos, de momento, como la actualización del Reglamento específico de la posventa, que consolida la libre competencia en el mercado, o la “Data Act” que facilita el acceso a los datos del vehículo conectado, aprobada a principios de verano y por cuya adaptación, con una normativa específica para el sector, seguimos trabajando. Sin olvidarnos, por supuesto, del acceso a la información técnica de los vehículos y, en concreto, del esquema SERMI, que tanto ha dado que hablar y que aún tenemos que ver como se despliega realmente para facilitar el trabajo de los talleres independientes. Es nuestra razón de ser: contribuir a generar las condiciones para que nuestras empresas de la posventa de V.I. asociadas desplieguen más y mejor su actividad. O como recomendaba Peter Drucker, ese gran maestro de la gestión empresarial para tiempos de incertidumbre como los actuales: “El mejor modo de predecir el futuro es creándolo”. Ahí andamos. Generando las condiciones para la sostenibilidad económica del sector.
Publicado en Guía de distribución no agrupada. Posventa de Automoción, 46
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