Bajo el lema “La parte que nos toca”, Mapfre concentra su compromiso con la protección del planeta de casi 90 años en disminuir aún más su huella ambiental, impulsando la economía circular y apoyando la transición hacia una economía cero emisiones (Net-Zero) de una manera justa, priorizando el bienestar de las personas y del planeta. Para ello, pone de manifiesto su labor diaria en el desarrollo sostenible de su actividad, con un innovador sistema de economía circular que, en 2022, generó un total de 3.318 toneladas de residuos, de los que el 93% se sometieron a procesos de valorización; es decir, de recuperación, reciclado y producción de energía. Por ejemplo, sólo el año pasado redujo el consumo de 191 toneladas de papel gracias a la firma electrónica biométrica, reutilizó el 77% del total de residuos de equipos informáticos en España y donó 24.750 kilos de equipos informáticos. Asimismo, destaca el reciclado de 289 toneladas de residuos en varios edificios de Madrid, lo que representa cerca del 100% de los residuos que genera en su sede corporativa en España. Este último logro ha sido posible gracias al proyecto ‘Residuo Cero’, un certificado que ha obtenido por segundo año consecutivo, concedido por AENOR a las entidades que clasifican los residuos que generan para que puedan reutilizarse o reciclarse y no acaben en un vertedero.
En su Plan de Sostenibilidad, Mapfre, que aspira a convertirse en una empresa de referencia en economía circular, cuenta con el Plan de Huella Ambiental 2030, que establece un objetivo ambicioso de valorización para los próximos años, que ya se vio superado en 2022: aprovechar el 84% de los residuos que genere en los países donde opera para 2024 y el 90%, para 2030.
Dos ejes fundamentales de su estrategia sostenible se concentran en las instalaciones que la aseguradora tiene en Ávila, por un lado, Cesvimap, y por otro, Cesvirecambios.
El primero es el centro de I+D de Mapfre, incorporado en el modelo de innovación Mapfre Open Innovation (MOI), y es el centro tecnológico de referencia global para el diseño, aseguramiento, uso, mantenimiento, reparación y reciclado de vehículos y de otras soluciones de movilidad de bienes y personas, enfocado hacia la disminución de la tasa de accidentes y la definición de procesos de reparación más eficientes, reduciendo su coste e impacto ambiental.
El principal objetivo de este centro es contribuir con alcance global a la movilidad y, sobre una base tecnológica, a la ideación, desarrollo, experimentación e implantación de soluciones prácticas e innovadoras que ayuden a la compañía a liderar la transformación del sector asegurador.
En su compromiso hacia la sostenibilidad, Cesvimap contempla aspectos medioambientales y generar valor en la sociedad mediante la creación de fórmulas innovadoras en la posventa de la automoción, con actividades de I+D, innovación, consultoría, formación, divulgación del conocimiento. Asimismo, promueve la economía circular en sus acciones, particularmente, la del fin del ciclo de vida de los vehículos. En este sentido, emplea a cerca de 120 investigadores, ingenieros y técnicos en sus instalaciones tecnológicas de 40.000 metros cuadrados, donde muestra una sólida responsabilidad social y medioambiental en su trabajo de innovación y de investigación.
Y es que, el conocimiento de Cesvimap nace del estudio de nuevos modelos de vehículos, mediante el ensayo de más de 650 turismos, furgonetas e incluso patinetes eléctricos en la zona de ‘crash test’ con impactos a baja velocidad, completando adicionalmente cerca de 700 proyectos de investigación. De esta forma, se analiza su nivel previsto de daños, su posterior reparación y coste. Por su presencia creciente en el parque rodante, durante los últimos años se ha hecho especial énfasis en el estudio de los vehículos eléctricos, autónomos y conectados, una labor que se completa con el área de reconstrucción de accidentes de tráfico, que determina qué sucedió previamente al accidente, con el fin de emitir un informe para que esto permita mejorar la seguridad vial, aportando datos del factor humano, de la vía, de las condiciones climáticas, del estado de los vehículos y del funcionamiento de los elementos de seguridad. Todo este conocimiento se comparte con el sector y la sociedad general: fabricantes de vehículos, proveedores de movilidad, aseguradoras, profesionales del taller, estudiantes y otros.
El tratamiento de vehículo fuera de uso (VFU) de Cesvimap se remontan a 1997, pero no fue hasta 2004 cuando nace Cesvirecambios, el Centro Autorizado de Tratamiento de Vehículos Fuera de Uso, localizado en el Polígono Vicolozano (Ávila). Con una facturación de 5 millones de euro el año pasado, Cesvirecambios, que emplea a 23 trabajadores, se dedica a neutralizar cualquier posible impacto medioambiental de los vehículos declarados siniestro total por parte de la aseguradora y destinados a ser dados de baja. Desde entonces, se han descontaminado 50.000 vehículos, neutralizado sus componentes peligrosos y puesto de nuevo en el mercado casi un millón y medio de piezas, ofreciéndoles una segunda vida, con garantía, y evitando producir otras nuevas.
El proceso se inicia con la descontaminación y extracción de todos los residuos peligrosos, como el combustible, gases del aire acondicionado, líquido refrigerante, batería, líquidos de frenos, neumáticos, aceite, etcétera. Posteriormente, se recuperan todos los materiales del coche, como el acero u otros materiales metálicos que pueden reutilizarse en otros usos industriales, como el aluminio, los materiales plásticos, cableados, vidrio y otros. Finalmente, se ponen en circulación en el mercado de la posventa aquellas piezas susceptibles de reutilización que no son elementos de seguridad, como motor, caja de cambios, puertas o retrovisores. De esta forma, Cesvirecambios da una segunda vida a un mínimo del 85% del peso de los vehículos
Además, desde 2021, también se recuperan, reutilizan y reciclan las baterías de vehículos eléctricos asegurados por Mapfre que han sufrido un siniestro total.
Pero la reutilización de elementos de vehículo fuera de uso va más allá y determinados elementos, como las baterías de los vehículos eléctricos siniestrados que, por su escasa capacidad de almacenaje, no valen para comercializarse en el mercado de recambios, se utilizan en la propia infraestructura de Cesvirecambios, lo que les permite no sólo ser más sostenibles, sino también recortar los costes operativos de sus instalaciones, reduciendo la factura de la potencia contratada y alimentado las instalaciones en picos de potencia.
Como señalamos, aunque dichas baterías ya no pueden reutilizarse en automoción porque sus requerimientos para uso en automoción son mucho más exigentes que para otras aplicaciones: mayores demandas de potencia a suministrar, mayores densidades de energía y mayores requisitos de seguridad; sin embargo, presentan ventajas frente a otras para el almacenamiento de energía eléctrica combinada con fuentes renovables. En el caso concreto de Cesvirecambios, se utilizan en su planta fotovoltaica de autoconsumo, que almacena la energía sobrante en las mismas. Se prevé que estas baterías de segunda vida puedan proporcionar unos 3.000 ciclos en esta nueva aplicación, lo que se traduce, aproximadamente, en unos 10 años adicionales de vida, como mínimo. Es decir, estas baterías han prestado su servicio como baterías de vehículos eléctricos, pero, con este nuevo uso, están en disposición de prestar otro tipo de servicio -menos exigente- durante 10 años más. Todo ello, sin consumir nuevos recursos materiales para su fabricación.
Cesvirecambios es una referencia internacional en el cierre del ciclo de vida de los vehículos de una manera sostenible. En el último año, se han descontaminado 1.720 vehículos, recuperado y vendido 54.485 piezas, entre las que destacan más de 1.600 motores, más de 4.000 puertas y portones y más de 1.700 espejos retrovisores. Además, se han tratado casi 1.400 toneladas de chatarra, cerca de 24 toneladas de aluminio y más de 27 toneladas de neumáticos usados.
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